N. 1784: “Los más grandes pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en Mi misericordia. El director de las almas lo soy Yo mismo directamente…”
N. 1784: “… Mientras indirectamente las guío por medio de los sacerdotes y conduzco a cada una a la santidad por el camino que conozco solamente Yo”.
N. 1789: A pesar de la maldad de Satanás, la Divina Misericordia triunfará en el mundo entero y recibirá el culto de todas las almas.
N. 1790: He aprendido que para que Dios pueda obrar en un alma, ésta tiene que renunciar a actuar por su propia cuenta, ya que en el caso contrario Dios no realizará en ella Su voluntad.
N. 1793: Mis momentos más gratos son aquellos cuando estoy conversando con el Señor dentro de mí.
N. 1796: Hoy he visto al Sagrado Corazón de Jesús en el cielo en una gran claridad; de la herida salían los rayos y se difundían por el mundo entero.
N. 1797: “Hija Mía, ayúdame a salvar las almas. Irás a casa de un pecador agonizante y rezarás esta coronilla con lo cual obtendrás para él la confianza en Mí misericordia, porque ya está en la desesperación”.
N. 1804: El momento más solemne de mi vida es cuando recibo la Santa Comunión y agradezco a la Santísima Trinidad por cada Santa Comunión.
N. 1806: Nuestros corazones están unidos continuamente; aunque por fuera estoy ocupada por distintos deberes, pero la presencia de Jesús me sumerge constantemente en un profundo recogimiento.
N. 1810: “Quiero decirte que la vida eterna debe iniciarse ya aquí en la tierra a través de la Santa Comunión. Cada Santa Comunión te hace más capaz para la comunión con Dios por toda la eternidad”.
N. 1816: “Hija Mía, tu amor Me compensa por la frialdad de muchas almas”.
N. 1823: Jesús, Salvador que Te dignaste venir a mi corazón, aleja estas distracciones que me impiden hablar Contigo,
N. 1828: Mi alma se inflama de su amor. Sé solamente que amo y que soy amada. Esto me basta. Procuro ser fiel al Espíritu Santo durante el día y satisfacer sus exigencias. Procuro el silencio interior para poder oír su voz.
FIN DE LAS ENTREGAS.
TODO, A MAYOR GLORIA DE DIOS